Edmundo Valadés fue un cuentista y editor mexicano que fundó la revista El Cuento en 1964, publicación de gran importancia en su tiempo ya que fue el baluarte de los narradores de lo breve en su época. Su compendio, El libro de la imaginación fue un parteaguas en el ámbito literario mexicano, pues presenta una serie de textos, con origen en diversas épocas y culturas, donde predominan los temas fantásticos.
Esto que te comparto es una selección de esas historias cortas.
ENIGMAS
PÁGINA ASESINA
En un pueblo de Escocia venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa pagina al dar las tres de la tarde, muere.
Julio Cortázar: Historias de cronopios y de famas
EL QUE NO TIENE NOMBRE
Yo soy el que todo lo ve, el que todo lo sabe, el que todo lo dice. Yo vi a Dios hacer el mundo y hacer al hombre. Y después vi al hombre hacer su primera fogata, su primera ciudad, su primera guerra.
He conocido a los profetas. He visto nacer y morir a reyes, campesinos, mártires y traidores.
Todo lo que ha ocurrido en la realidad y en los sueños de los hombres, lo he visto y lo he contado.
Yo soy el persona je sin nombre que aparece en todos los libros. El que empieza diciendo: Había una vez. . .
Fermín Petri Pardo
ALGUNOS SUEÑOS
EL DINOSAURIO
Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.
Augusto Monterroso: Obras Completas (y otros cuentos)
LA PRUEBA
Si un hombre atravesara el Paraíso en un sueño, y le dieran una flor como prueba de que había estado ahí, y si al despertar encontrara esa flor en su mano. . . ¿entonces qué?
S. T. Coleridge
DE SUEÑO
—No soy un hombre real. No soy un hombre como los otros, un hombre con huesos y músculos, un hombre generado por hombres. Yo soy —y quiero decirlo a pesar de que tal vez no quiera creerme— yo no soy mas que la figura de un sueño. Una imagen de Shakespeare es, con respecto a mí, literal y trágicamente exacta: ¡Yo soy de la misma sustancia de que están hechos los sueños! Existo porque hay uno que me sueña, hay uno que duerme y sueña y me ve obrar y vivir y moverme y en este momento sueña que yo digo todo esto. Cuando ese uno empezó a soñarme, yo empecé a existir; cuando se despierte cesaré de existir. Y soy una imaginación, una creación, un huésped de sus largas fantasías nocturnas. El sueño de este uno es tan intenso que me ha hecho visible incluso a los hombres que están despiertos. Pero el mundo de la vigilia no es el mío. Mi verdadera vida es la que discurre lentamente en el alma de mi durmiente creador.
Giovanni Papini
LA SENTENCIA
Aquella noche, en la hora de la rata, el emperador soñó que había salido de su palacio y que en la oscuridad caminaba por el jardín, bajo los árboles en flor. Algo se arrodilló a sus pies y le pidió amparo. EL emperador accedió; el suplicante dijo que era un dragón y que los astros le habían revelado que al día siguiente, antes de la caída de la noche, Wei Cheng, ministro del emperador, le cortaría la cabeza. En el sueño, el emperador juró protegerlo.
Al despertarse, el emperador preguntó por Wei Cheng. Le dijeron que no estaba en el palacio; el emperador lo mandó buscar y lo tuvo atareado el día entero, para que no matara al dragón y hacia el atardecer le propuso que jugaran al ajedrez. La partida era larga, el ministro estaba cansado y se quedó dormido.
Un estruendo, conmovió la tierra. Poco después irrumpieron dos capitanes, que traían una inmensa cabeza de dragón empapada en sangre. La arrojaron a los pies del emperador y gritaron: Cayó del cielo.
Wei Cheng, que había despertado, la miró con perplejidad y observó: Qué raro, yo soñé que mataba a un dragón así.
Fragmento de Rey Mono por Wu Ch’eng-en (c. 1505-c. 1580)
INSOMNIOS
EN EL INSOMNIO
El hombre se acuesta temprano. No puede conciliar el sueño. Da vueltas, como es lógico, en la cama. Se enreda entre las sábanas. Enciende un cigarro. Lee un poco. Vuelve a apagar la luz. Pero no puede dormirse. A las tres de la madrugada se levanta. Despierta al amigo de al lado y le confía que no puede dormir. Le pide consejo. El amigo le aconseja que haga un pequeño paseo a fin de cansarse un poco. Que en seguida tome una taza de tilo y que apague la luz. Hace todo esto pero no logra dormir. Se vuelve a levantar. Esta vez acude al médico. Como siempre sucede, el médico habla mucho pero el hombre no se duerme. A las seis de la mañana carga un revólver y se levanta la tapa de los sesos. El hombre está muerto pero no ha podido quedarse dormido. El insomnio es una cosa muy persistente.
Virgilio Pinera
DE FANTASMAS
ESCALOFRIANTE
Una mujer está sentada sola en una casa. Sabe que no hay nadie más en el mundo: todos los otros seres han muerto. Golpean a la puerta.
Thomas Bailey Aldrich: Works
CORDELIA
Sintió pasos en la noche y se incorporó con sobresalto.
—¿Eres tu, Cordelia? —dijo. Y luego:
—¿Eres tú? Responde.
—Sí, soy yo —le replicó ella desde el fondo del pasillo.
Entonces se durmió. Pero a la mañana siguiente habló con su mujer que se llamaba Clara —y con su sirvienta que se llamaba Eustolia.
Francisco Tario: Tapioca Inn
FINAL PARA UN CUENTO FANTÁSTICO
—¡Qué extraño! —dijo la muchacha, avanzando cautelosamente—. ¡Qué puerta más pesada! La tocó, al hablar, y se cerró de pronto, con un golpe.
—¡Dios mío! —dijo el hombre—. Me parece que no tiene picaporte del lado de adentro. ¡Cómo, nos han encerrado a los dos!
—A los dos, no. A uno solo —dijo la muchacha. Pasó a través de la puerta y desapareció.
I. A. Ireland, Visitations
UN HUEVO
Un viajero encuentra en el campo a un personaje con una cabeza completamente lisa como un huevo, sin un solo rasgo. Aterrorizado sube a una carreta y le pide al campesino que arree el caballo de inmediato.
—¿Qué pasa? — le pregunta el campesino.
—Fue que vi a un hombre que tenía el rostro liso como un huevo.
—Entonces —respondió el campesino volviéndose—, ¿tenía el mismo rostro que yo?
Anónimo japonés
FANTASMA SENSIBLE
Un día, cuando se dirigía al excusado, Yuan Tche-yu fue protagonista de un hecho singular. A su lado surgió un fantasma gigantesco, de más de diez pies de altura, de tez negra y ojos inmensos, vestido con una casaca negra y cubierto con un bonete plano. Sin turbarse de modo alguno, Yuan Tche-yu conservó su sangre fría.
—La gente suele decir que los fantasmas son feos —dijo con la mayor indiferencia, dirigiendo una sonrisa a la aparición—. ¡Y tiene toda la razón!
El fantasma, avergonzado, se eclipsó.
Lieu Yi-king
¿SERÍA FANTASMA?
Al caer de la tarde, dos desconocidos se encuentran en los obscuros corredores de una galería de cuadros. Con un ligero escalofrío, uno de ellos dijo:
—Este lugar es siniestro. ¿Usted cree en fantasmas?
—Yo no —respondió el otro—. ¿Y usted?
—Yo sí —dijo el primero y desapareció.
George Loring Frost: Memorabilia
PREGUNTA
¿Qué es un fantasma?, preguntó Stephen. Un hombre que se ha desvanecido hasta ser impalpable —por muerte, por ausencia, por cambio de costumbres.
James Joyce: Ulises
LA CASA ENCANTADA
Una joven soñó una noche que caminaba por un extraño sendero campesino, que ascendía por una colina boscosa cuya cima estaba coronada por una hermosa casita blanca, rodeada de un jardín. Incapaz de ocultar su placer, llamó a la puerta de la casa, que finalmente fue abierta por un hombre muy, muy anciano, con una larga barba blanca. En el momento en que ella empezaba a hablarle, despertó. Todos los detalles de este sueño permanecieron tan grabados en su memoria, que por espacio de varios días no pudo pensar en otra cosa. Después volvió a tener el mismo sueño en tres noches sucesivas. Y siempre despertaba en el instante en que iba a empezar su conversación con el anciano.
Pocas semanas más tarde la joven se dirigía en automóvil a Litchfield, donde se realizaba una fiesta de fin de semana. De pronto tironeó la manga del conductor y le pidió que detuviera el automóvil. Allí, a la derecha del camino pavimentado, estaba el sendero campesino de su sueño.
—Espéreme un momento —suplicó, y echó a andar por el sendero, con el corazón latiéndole alocadamente. Ya no se sintió sorprendida cuando el caminito subió enroscándose hasta la cima de la boscosa colina y la dejó ante la casa cuyos menores detalles recordaba ahora con tanta precisión. El mismo anciano del sueño respondió a su impaciente llamado.
—Dígame —dijo ella—, ¿se vende esta casa?
—Sí —respondió el hombre—, pero no le aconsejo que la compre. ¡Esta casa, hija mía, está frecuentada por un fantasma!
—Un fantasma —repitió la muchacha—. Santo Dios, ¿y quién es?
—Usted —dijo el anciano y cerró suavemente la puerta.
Anónimo
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